porque viene con el apellido.
El concierto se había terminado y ya tenía unos vinos encima.
Para aplacar su fiesta, decidió pasar por unos tacos antes de encontrarse con sus papás en el estacionamiento como habían quedado.
Teléfono:
Má! Oye, vamos a ir primero por unos tacos
¡Ah si! No te apures... aquí estamos en el estacionamiento, pero no hay prisa; tráeme unas mixtas, no?
¡Perfecto! –pensó- si no tienen prisa, seguro también están enfiestados.
Llego al lugar indicado, pero había algo que no cuadraba –o simplemente no esperaba ver-
La caja de la camioneta se había convertido en una especie de bar, improvisado, pero muy bien logrado: vasos, hielos, botellas, refrescos, restos de botana, botellas vacías, vasos regados... en ese orden.
Alrededor de la camioneta, un hervidero de compadres, primos, medio primos, conocidos, extraños y claro... sus papás.
Después de saludar a toda esa gente, pensó –ya nos vamos...- y se sentó en el improvisado bar.
-¿Qué estás tomando mija?- dijo su padrino después de un obvio esfuerzo por parecer elocuente.
-No padrino, ¿cómo cree?
-¿Cómo que cómo cree? Sírvase una!
Volteó a ver a su mamá como buscando consentimiento, pero en su lugar encontró una mirada que acogía un rotundo “no”.
Resignada a ver morir sus esperanzas adolescentes de fiesta espontánea, bajó los hombros y resopló.
Antes de terminar su berrinche fugaz su papá le puso una paloma enfrente –tiene bien poquito ‘mbre! Además ya está grandecita... más vale que aprenda a tomar-
Normalmente hubiera hecho caso a su mamá, pero viendo la situación, el permiso de uno de los progenitores le pareció más que suficiente...