Andábanos cortando rábanos (1ra parte)

A la familia
porque viene con el apellido.


El concierto se había terminado y ya tenía unos vinos encima.

Para aplacar su fiesta, decidió pasar por unos tacos antes de encontrarse con sus papás en el estacionamiento como habían quedado.

Teléfono:

Má! Oye, vamos a ir primero por unos tacos

¡Ah si! No te apures... aquí estamos en el estacionamiento, pero no hay prisa; tráeme unas mixtas, no?

¡Perfecto! –pensó- si no tienen prisa, seguro también están enfiestados.

Llego al lugar indicado, pero había algo que no cuadraba –o simplemente no esperaba ver-

La caja de la camioneta se había convertido en una especie de bar, improvisado, pero muy bien logrado: vasos, hielos, botellas, refrescos, restos de botana, botellas vacías, vasos regados... en ese orden.

Alrededor de la camioneta, un hervidero de compadres, primos, medio primos, conocidos, extraños y claro... sus papás.

Después de saludar a toda esa gente, pensó –ya nos vamos...- y se sentó en el improvisado bar.

-¿Qué estás tomando mija?- dijo su padrino después de un obvio esfuerzo por parecer elocuente.

-No padrino, ¿cómo cree?

-¿Cómo que cómo cree? Sírvase una!

Volteó a ver a su mamá como buscando consentimiento, pero en su lugar encontró una mirada que acogía un rotundo “no”.

Resignada a ver morir sus esperanzas adolescentes de fiesta espontánea, bajó los hombros y resopló.

Antes de terminar su berrinche fugaz su papá le puso una paloma enfrente –tiene bien poquito ‘mbre! Además ya está grandecita... más vale que aprenda a tomar-

Normalmente hubiera hecho caso a su mamá, pero viendo la situación, el permiso de uno de los progenitores le pareció más que suficiente...

-Seguimos mañana-