La tristeza es horrible y muchas veces inevitable y desgraciademante necesaria para regresar a ser ultra feliz. (SI! ULTRA feliz dije!)
Pero no me gustan las tristezas ajenas. Las mías las se controlar, esconder y casi siempre hasta puedo ignorarlas, hago berrinches increibles, lloro, aviento cosas, como helado sin azucar, lloro más y más como chetos, lloro más, grito mucho, me desinflo, escribo y bailo.
El problema está en las tristezas ajenas que me importan (porque hay muchas que me valen 3 cacahuates y una pelusa) yo no las controlo pero también duelen (más bien enojan).
Pues hoy llegué a la conclusión de que me debes (sí; a mí; ahora no estoy pidiendo nada por nadie ni en representacion... ...agradece mucho eso HE!) una gran disculpa por haberme hecho mentir; porque hablé bien de tí y hasta te "defendí" (no es que alguien estuviera en tu contra necesariamente) en innumerables ocaciones y ahora resulta que realmente eres un imbécil.
Y si eso no te parece suficiente definitivamente me debes unos converse, Pendejo!
Se fueron por la ventana
Publicado por
Margott
on 11/3/08
Etiquetas:
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