Resaca no es mi palabra favorita.
Siempre pensé que era de las peores cosas que existían pero he llegado a tomarle cariño.
Sigue siendo espantoso amanecer con la cabeza dando vueltas e hiper sensible a cualquier sonido, el estómago hecho añicos, las manos inquietas y una sed desértica y exagerada; todo esto, sin demeritar en ningún momento el etílico camino que se tiene que recorrer para llegar a este estado físico-mental de piltrafa-guachafita.
El problema de mis crudas no está precisamente en mi dolor arrabalero ni el temblor irremediable de tres días de mis manos, lo difícil es amanecer en el día indicado.
Me ha dado por adelantar los fines de semana y amanecer destrozada los viernes; día oficial de recorrido etílico-musical.
Qué costumbre tan extraña esa de amanecer contigo, incómoda desde el punto de vista en el que amanece mucho más temprano de lo que quisiera gracias a los despertares precoces de los durmientes ajenos a mi cama pero no a mi techo... bueno, incómoda desde ese y muchos otros puntos de vista que tienen más que ver con cuestiones de control sentimental que como siempre, no tengo.
Pero viéndolo desde otro lado (el izquierdo) que fácil es despertar así.
El cinismo se ha convertido en una palabra que puede describir perfectamente algunos despertares, junto con la comodidad que da abrazar a alguien (y no sólo a alguien, así no cuenta)... más que comodidad es... algo que está entre la seguridad y la nostalgia revuelto con un amor permanente e inquebrantable.
En fin.
Algún día voy a escribir la verdad.
1 comentarios:
viene un cuento suyo.. pero poco a poco
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