18 años

Una de las cosas que más disfruto de viajar, es volver.

Llegar a mi casitita, a mi vida bonita, a mi no trabajo (más bien, sí trabajo; no salario) mi tiempo y mi desorden es lo más lindo.
Volver a mi vida de todos los días... mi gente.

La parte difícil: empezar a volver.

Empacar (de regreso) es una tortura.
Siempre olvido algo o me doy cuenta de que no llevo "recuerditos" (Café y ron).

Después, el ritual de ir a casa de mi tía una noche antes de regresar; una cenita con el Dr. y luego de fiesta con los amigos.

Esa había sido mi rutina muchos años.
La trampa es que como me iba de fiesta, ya no tenía que despedirme de mis hermanos; entonces no sentía tan feo.

Esta fue la segunda vez que tuve que despedirme de ellos (eso fué hace 4 días) y sigo inconsolable.

Lo malo de volver, es despedirse.
Tengo 18 años yendo y viniendo y cada vez se siente peor.

Más les vale crecer pronto y venir a verme, más les vale volverse insoportables para así no quererlos tanto.

¡Los extraño puños par de idiotas!

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