Cajones.

Ese día en la mañana, ya que había terminado de desempacar mi vida y acomodarla como según yo debería estar, empecé a reconocer la casa y a buscar.

Primero mi cuarto, que estaba preparado para recibirme, tenía algunos cajones llenos de cosas que me puse a revisar; encontré muchos papeles que se veían tan importantes como aburridos, encontré lo que parecía una colección de radiografías, medicinas que caducaron hace demasiados años y fotos que podría usar en venganza... el doctor era jipi.

Nada realmente interesante, así que seguí buscando. Cuando empecé a revisar los cajones no sabía lo que estaba buscando y no tenía idea de qué era lo que podía encontrar; pero las cosas mientras más viejas, más me obligaban a seguir abriendo cajones, sobres y cajitas que el tiempo se encargó de llenar de polvo. Abajo de todo, en el único sobre sin polvo, apareció la primera foto.

Esa foto fue la culpable de que ampliara mi búsqueda al resto de la casa; empecé por el cuarto de servicio y encontré mis cosas. Ahí están todos los libros que fui olvidando en los veranos de playa, como si fueran basura o algo vergonzoso, pero suficientemente importantes como para no tirarlos (en esta casa no hay libros... sólo esos. Los míos. Escondidos.) Estuve un tiempo hojeándolos, viendo mis notas y algunas frases subrayadas (a lo mejor era muy joven para leer algunas cosas y que seguramente las entendí muy distinto de como lo haría en estos días... en fin).

Empecé a mudar esos libros recuperados a mi cuarto, pero a medio camino algo me hizo pensar que esos libros forman parte de mi, pero así; olvidados. Así que en lugar de meterlos todos a mi cuarto, acomodé un librero viejo, les quité el polvo y los dejé en el cuarto de servicio, pero vivos.

Cuando moví el librero encontré una montaña de cosas que me llenó de curiosidad, justo cuando iba a empezar a abrir cajas y quitar capas de polvo vi uno de mis cuadros. Abajo de todo. Sé que son mis cuadros, sé que el niño azul está por ahí, pero no pude sacarlos. La montaña era demasiado pesada y mi tiempo de búsqueda, limitado. Lo dejé todo igual.

Salí de ese cuarto cansada y con ganas de seguir encontrando cosas que habían perdido a sus dueños, que se equivocaron de cajón, de latitud o de tiempo. Abrí algunos cajones que parecían normales y no hice más que mirar por encima, me llamó la atención un sobre demasiado gastado abajo de una cajita de mancuernas. Otra foto.

Sonó el teléfono.

-¿Bueno?
- Hola, gorda!
- ¿Qué onda, pa?
- ¿ya tu ta lita?
No, claro que no. Había estado metida entre cajones, libros abandonados, cuadros escondidos y fotos -Sí ¿ya vienes? -Si. Ve bajando, llego en 5 minutos.

Corrí a cambiarme la blusa, ponerme unos zapatos y bajé corriendo.

Sólo tengo que esperar a que la casa se quede sola. Sólo unos días más.

Time is on my side

Por todo, gracias.
Por escuchar, por contarme, por decirme, por la cerveza oscura (y la clara, aunque es asquerosa) tenía muchas ideas pero creo que todo se resume en: gracias, Ele.
Por estar, por ser tu por ser taaaan tu (con todo y tu colección de mañas) por ser, sin lugar a dudas, mi persona favorita.
Gracias por ser mi mejor amigo y muchisisisísimo más.
Gracias por ser tan fácil de querer. (Te quiero puños)

Live long and prosper and may the odds be ever on your side.

Un día de estos te agradezco en persona.

360

Hoy empiezan a cambiar las cosas y la cabeza me da más vueltas que nunca, y me duele.

Me llegan momentos de locura, de miedo, de hambre, de sueño y de insomnio. Todo llega al mismo tiempo.
De pronto... después de un rato, me llegan momentos de paz.
Mi cabeza sigue haciendo lo que le gusta. Historias.
Sigo inventándome un futuro maravilloso lleno de huecos que no me importa cómo llenar y me doy cuenta de las cosas que dejan de ser importantes.

Hoy me sentí fuera de lugar sin haber llegado. Me vi buscando encajar en ese mundo que no conozco y que hoy imagino como uno que no me gusta. No sé porqué estoy haciendo eso, si normalmente me hago historias lindas. A lo mejor, como acostumbro, me equivoco de mundo; y éste, que ahora imagino complicado y feo, es justo todo lo contrario y se vuelve una maravillosa idea.

¿Te acuerdas que me dijiste que yo era una mala idea? (cabrón)

Eso me ha dado muchas vueltas últimamente, pero en fin... todo me da vueltas.


Breikin de lo

Hoy ha sido un día largo.
Raro.
Lleno.
Así deberían ser todos los días.

Un día de familia, de amigas de siempre, de noticias increíbles,  de dormir, de comer, de volver al futuro... Al pasado más bien, y de costumbres (de las buenas).

Como libro chafa de superación personal (onda los cuatro acuerdos) o película del hallmark; mi día fue de esos que se exprimen como limón caro.

Ojalá pueda hacer que todos mis días sean como este. Ojalá no se me olvide vivir cada uno de los días que tengo, no como sí fuera el último (seamos realistas; si supiera que es el último día de mi vida seguro estaría llorando sin control).

Ojalá pueda vivirlos como se deben vivir los días: sabiendo que el tiempo (¡¡Otra vez el puto tiempo!! - exclamó la medieval doncella mientras limpiaba la sangre del casco de su amado muerto en batalla-) no puede ir para atrás siendo humano (y no neutrino)
Ojalá todos pudiéramos dejar de sobrevivir, ojalá pudiéramos vivir como se debe

Sabiendo que uno no debe arrepentirse de NADA y que todo lo que hagamos y digamos sea totalmente real, ojalá este rush no sea pasajero, ojalá sea contagioso.

Erradiquemos las crudas morales, las palabras sin decir, los besos sin robar, los abrazos no dados y las lágrimas contenidas. Deberíamos sentirnos orgullosos de todo lo que hacemos y dejar de dudar de nuestras decisiones. Deberíamos dejar de tener miedo. Porque cada vez que uno amanece con una cruda moral es porque la pasó bien, los besos deben darse cuando nacen de adentro, y las lágrimas que se guardan intoxican el alma.

Hablábamos de libertad hace unos días y la libertad (además de aceptar los cánones sociales básicos) debería empezar en donde uno no limita la felicidad.

Y creo que la felicidad está muy pegada al instinto, a lo que se siente natural. A vivr los días (cada uno de sus segundos) conscientes de que no se repiten.

Ojalá no se me olvide.









Brief.

Mi abuela decía que los refranes y dichos son como evangelios chiquitos, y dicen por ahí que el que busca encuentra.
Hay gente que es demasiado curiosa y tal vez esté destinada a buscar y buscar y seguir buscando.
Yo siempre he hablado de cómo te he ido encontrando en la vida una y otra vez; incluso de buscarte y dejar de hacerlo, de encontrarte en lugares en los que no debías estar...
Nunca pensé en buscarme a mi.
Tal vez eso es lo que me ha fallado... El enfoque.
Buscar no está mal, pero hay que saber qué se busca.

(Me parece muy curioso cómo la vida se asemeja a un proyecto mal briefeado... ¿Será que ya me ciclé?).

Agua y ajo

Sigo viajando y aún no empiezo.
Las cosas se empiezan a acomodar solas, las piezas toman vida propia. Ya no las muevo.
Hay días que avanzan como avanza la máquina de un reloj o como piezas de dominó cayéndose en perfecto orden y ritmo.
Entonces el tiempo vuelve a hacerme ruido y a llamar mi atención.
El insomnio se vuelve crónico pero deja de ser maldito, ahora incluso, se anuncia -el muy cínico- cuando todavía hay sol.
Ya no lloro. Ya no doy vueltas. Ya no tengo miedo. Ya no quiero irme, pero tampoco me quiero quedar.
Ya me voy.


El viaje del elefante (no el de Saramago)

Hoy decidí empezar a escribir de nuevo.
Estoy a pocos días de hacer algo que he querido hacer durante mucho años... tantos, que ya ni siquiera sabía que lo quería hacer.
Todo en realidad se resume a un viaje. El mío.
Crecí entre muchas casas, entre muchas vidas. Crecí (porque ya soy grande) entre muchos libros, hospitales, olores e historias (supongo que como casi todo mundo) lo único peculiar es que entre todas estas cosas también hay un mar.

Nací del lado derecho de una isla dividida en el caribe y empecé a crecer... después brinqué a tierra firme y aquí he crecido todavía más. Ahora es tiempo de regresar a ese pedacito de tierra con olor a sal.

Desde el día en el que estuve segura de dejar mi vida de aquí para ir a buscar una nueva, se me han ido llenando las manos de letras y la cabeza de más cosas que quiero escribir.

Nunca he escrito por ninguna razón oculta o profunda, escribo para ir vaciando mi cabeza porque a veces siento que ya no le cabe nada y entonces me da migraña. Simple cuestión de almacén.

Estos días he pensado muchas cosas (de esas que no tienen trascendencia) como ¿por qué a los ataúdes de los hombres les ponen flores? La mayoría de los hombres que conozco no se fijan en esas cosas ¿por qué no poner mejor una caja de herramientas y un guante de beisbol? Un tequila, unos discos, libros, fotos... no sé.
También pensé que no hay mejor motivación para salir a correr que cenar pizza... el remordimiento debería usarse más en la publicidad (o por lo menos usarse mejor)
Pensé en los efectos que tiene sobre mí la música y lo mucho que me gusta cantar; en las vidas tan horribles que tuvieron muchas de las grandes y que tal vez sólo con ese tipo de vida se puede hacer música que te haga llorar.
Me di cuenta de que casi no tengo recuerdos... conozco las historias del pasado y tengo fotos que me explican como eran las cosas, pero no los recuerdos (no sé si esto tiene mucho sentido).

En fin. Se me pasan los días y se me pasan las historias. Sigo en esta vida que estoy cerrando y aún no estoy del lado de la nueva así que no sé bien para donde hacerme.
Sólo estoy dejando que los días avancen y que el tiempo camine (cosa que me vuelve verdaderamente loca -el tiempo es tema aparte).
Mientras pasan los días. Aquí dejo mi viaje, para que cuando no me acuerde, tenga algo que me cuente como era este momento.

Hoy es mi día -15... Empiezo a contar.