Tapalpa (primera parte)

La semana pasada me dijeron que la abuela está enferma… dicen mis tíos que de esta no sale… Tienen diciendo eso desde que tengo memoria, pero esta vez lo dicen con una cara diferente, a lo mejor es en serio.
Mi abuela es de esas personas que siempre me ha parecido vieja.
Nunca he sabido bien cuántos años tienen porque cada vez que pregunto (usualmente en sus cumpleaños) mi mamá voltea a verme con unos ojos que gritan cállate, acompañado con “eso no se pregunta, gorda”.
¿Qué importa? A mi me preguntan siempre y no me ofendo.
Como todos en la casa trabajan y hace años que el abuelo murió, me dijo mi mamá que me viniera con la abuela unos días para acompañarla que tengo que hacerme responsable de algo una vez en la vida, que ya no soy una niña.
Esas son palabras de mi tía Tere. Las oí hablando en la cocina antes de venirme para acá. Total, está de más. Igual me hubiera venido sin el discurso de madurez y responsabilidad.
Los abuelos vivían cerca de la casa, pero cuando mi abuelo se retiró se vinieron a Tapalpa. Yo también me hubiera mudado.
Además Tapalpa es mágico (no es invento mío, así dice el letrero de la entrada del pueblo) ¿Quién no querría vivir en un pueblo mágico?
Ahora que estoy con la abuela quiere que le traiga dulces, que le compre chocolate caliente del que venden en la plaza, que traiga ponche y rompope y que traiga leña… siempre quiere lo mismo y siempre me molestó un poco que fuera tan pediche, pero ya no puede caminar.
La convencí de que fuera a la plaza conmigo, pero apenas llegamos al jardín y ya estaba cansada, como si no pudiera respirar. Ya me imagino si la llevo y además le pido que me ayude con las cosas… la mato y si eso pasa. Me matan a mi.
Me fui sola a la plaza y conseguí algunas cosas de las que quería. También compré tamales de acelgas y atole para el frio. Me pare en los portales para comprar la leña pero no iba a poder cargarla hasta la casa así que le pedí al señor que la trajera y antes de que le dijera a donde, el viejito me dijo que soy IGUALITA a mi abuela. No se como puede encontrar parecido entre una niña y una momia. Es como la gente que ve a los bebés y dice que se parecen al papa o a la mama… y además dice que son bonitos. Ni se parecen a nadie ni son bonitos. Son arrugados, rojos, no se les ven los ojos, tienen las uñas filosas y son aguados.
Cuando llegué a la casa la abuela ya estaba acostada en su cuarto, le llevé un tamal que no se quiso comer y una tacita de atole que dejó a la mitad… Si de algo se va a morir, yo creo que va a ser de hambre.
El señor de la leña llegó justo cuando estaba buscando algo con qué taparme. El frío de Tapalpa es lo único que no me gusta. Me dejó el atado y preguntó por la abuela y por toda la familia como si los conociera, que como sigue, que como están mis tías, que como va mi mamá con su trabajo Nuevo… para qué me Mandan a cuidar a la abuela si aquí hay un señor que se ve que quiere estar con ella? Seguro mi a tía Tere no le cae bien y convenció a mi mama de mandarme pero lo único que pasa es que estoy haciéndole mosca.…
Los voy a hacer que se vean todos los días aunque tenga que ir diario a comprar leña. ¿Qué más da? Seguro es lo único bueno que voy a poder hacer por mi abuela antes de que se muera.

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