1.

Los editores las prefieren incorregibles.
Los viajeros, astrales.
Los lunáticos; plenas, menguantes, crecientes y nuevas.
Los exploradores, misteriosas
y los periodistas exclusivas.
Los mudos las prefieren sordas
y los libros
sin final; feliz.

Sin letras

Empiezo.

Aunque sé que nos arrancaron los dedos a mordidas y que los pocos que aún tenemos los conservamos en alcohol.
Alguna vez escribí de nosotros, de lo que fuimos, del nosotros que se me clavaba mas entre los ojos mientras menos nos veíamos. 
Grité rayones resultado del olvido de nuestra generación... Después huí, abandoné los escenarios tapatíos y los fracasos literarios (los míos). 
Llegué a escribir tapándome los ojos como cuando esperas que el tren pase por las vías, que apareciera la mujer de los diálogos en reversa, el niño-teatro amante de coquitos, mis hermanas de fiesta-fiesta en casa Jack Daniel's (estos los relatos-ficción). 
Dormía con las manos temblando sobre el teclado y despertaba sudando. La lectura es pasión de desesperados.
Hacía todo esperando que llegaras con otro cartón de vino tinto para amanecer y tomar café de Vips. 
Eramos vulgares, nos dejábamos para regresar. 
No son. Encontré que sueño, que los lugares cambiaron y que mis personajes sólo se alimentan de tu generación olvidada.

Entonces escribía de los mismos ojos con diferentes nombres, de mi adicción a la catástrofe y a la música, así hasta que las calles dejaron de ser conocidas, los bares siempre el malasaña. 

Nada. Pasa que ya no puedo escribir.

Hubo un tiempo en el que pensé que todos los lugares son el mismo lugar que apenas recuerdo y que todos eran los mismos personajes.

Tapalpa (primera parte)

La semana pasada me dijeron que la abuela está enferma… dicen mis tíos que de esta no sale… Tienen diciendo eso desde que tengo memoria, pero esta vez lo dicen con una cara diferente, a lo mejor es en serio.
Mi abuela es de esas personas que siempre me ha parecido vieja.
Nunca he sabido bien cuántos años tienen porque cada vez que pregunto (usualmente en sus cumpleaños) mi mamá voltea a verme con unos ojos que gritan cállate, acompañado con “eso no se pregunta, gorda”.
¿Qué importa? A mi me preguntan siempre y no me ofendo.
Como todos en la casa trabajan y hace años que el abuelo murió, me dijo mi mamá que me viniera con la abuela unos días para acompañarla que tengo que hacerme responsable de algo una vez en la vida, que ya no soy una niña.
Esas son palabras de mi tía Tere. Las oí hablando en la cocina antes de venirme para acá. Total, está de más. Igual me hubiera venido sin el discurso de madurez y responsabilidad.
Los abuelos vivían cerca de la casa, pero cuando mi abuelo se retiró se vinieron a Tapalpa. Yo también me hubiera mudado.
Además Tapalpa es mágico (no es invento mío, así dice el letrero de la entrada del pueblo) ¿Quién no querría vivir en un pueblo mágico?
Ahora que estoy con la abuela quiere que le traiga dulces, que le compre chocolate caliente del que venden en la plaza, que traiga ponche y rompope y que traiga leña… siempre quiere lo mismo y siempre me molestó un poco que fuera tan pediche, pero ya no puede caminar.
La convencí de que fuera a la plaza conmigo, pero apenas llegamos al jardín y ya estaba cansada, como si no pudiera respirar. Ya me imagino si la llevo y además le pido que me ayude con las cosas… la mato y si eso pasa. Me matan a mi.
Me fui sola a la plaza y conseguí algunas cosas de las que quería. También compré tamales de acelgas y atole para el frio. Me pare en los portales para comprar la leña pero no iba a poder cargarla hasta la casa así que le pedí al señor que la trajera y antes de que le dijera a donde, el viejito me dijo que soy IGUALITA a mi abuela. No se como puede encontrar parecido entre una niña y una momia. Es como la gente que ve a los bebés y dice que se parecen al papa o a la mama… y además dice que son bonitos. Ni se parecen a nadie ni son bonitos. Son arrugados, rojos, no se les ven los ojos, tienen las uñas filosas y son aguados.
Cuando llegué a la casa la abuela ya estaba acostada en su cuarto, le llevé un tamal que no se quiso comer y una tacita de atole que dejó a la mitad… Si de algo se va a morir, yo creo que va a ser de hambre.
El señor de la leña llegó justo cuando estaba buscando algo con qué taparme. El frío de Tapalpa es lo único que no me gusta. Me dejó el atado y preguntó por la abuela y por toda la familia como si los conociera, que como sigue, que como están mis tías, que como va mi mamá con su trabajo Nuevo… para qué me Mandan a cuidar a la abuela si aquí hay un señor que se ve que quiere estar con ella? Seguro mi a tía Tere no le cae bien y convenció a mi mama de mandarme pero lo único que pasa es que estoy haciéndole mosca.…
Los voy a hacer que se vean todos los días aunque tenga que ir diario a comprar leña. ¿Qué más da? Seguro es lo único bueno que voy a poder hacer por mi abuela antes de que se muera.

A ninguna parte

Estaba acomodándome en la almohada para dormir pero pensé que podía leer un ratito.

Me paré y fui a la sala por mi libro; una antología de Juarroz que me encontré en el librero del cuarto de tiliches.

Me fui pensando en qué más podría leer porque no estoy segura de que la poesía sea un buen género de lectura nocturna después me distrajo pensar que los libros de esta casa se guardan/esconden en el mismo cuarto que más bien es como unagujero de gusano donde se guardan los cuadros de la discordia, llantas de carro,partes de las motos de mis hermanos, electrodomésticos en perfecto estado que fueron reemplazados por nuevos, ropa de invierno, zapatos de escalar, nintendos(para mi todos son nintendos, me gustaba jugar Mario y los de pelear. No se como se llamaban pero en esos no perdía tan rápido), también hay unas lámparas descompuestas desde el año uno que un día alguien va a arreglar, no tengo idea de quien, pero esas lámparas son preciosas y son la herencia que alguna tía de las que nunca conocí dejó con mucho cariño y consideración por la familia porque siempre nos consideró como sus hijos… igual no sirven más que para recopilar polvo.

En ese mismo cuarto se guardan los paquetes industriales de cuanto producto de limpieza se pueda tener así que tiene un olor muy raro. Huele a jabón, a polvo y a libros.

Pensé también en buscar una manera de poder ser contigo que no me intimide, porque resulta que el peor de mis hábitos no es fumar, es desdibujarme cuando más colores debería tener. Cuando más colores tengo en realidad, pero es que meencandilo. Tanta luz intimida.

Pensé en las conversaciones que nos quedan, pensé mucho en ti, en él, en cómo no se parecen, en lo perros, en lo que me dijo Dinx, en qué tanto hablaron de mi.

¿Hablan de mi seguido? ¿Qué dicen? ¿Qué les dice el? A mi me dice que viene.
Que me extraña y que me quiere. Antes decía que venia pronto. Ahora solo dice que sí… que viene… un día.

A lo mejor solo quiere que deje de llorar. Que deje de extrañar, aunque en realidad me parece un poco cruel, porque tal vez decida esperarlo.
Y luego me convierta en la señora loca de los gatos.
Te esperaría para siempre porque vales la pena.
Pero es que la pena no es algo con lo que quiera cargar para siempre.
Otra vez, me desdibujaría… y estoy tratando de dejar mis malas costumbres.
Tu eres de esas.

Regresé de la cocina con mis galletas.
Estaba acomodándome en la almohada para leer un ratito.
¡¡Puta madre, el libro!!


Otro tango


Esa foto se la tomé yo el día que llegó de Córdoba.

Se había ido porque no encontró otra manera de salirse del lío en que estaba metida.
Se iba a casar con un tipejo que dizque de muy buena familia; pero comparado conmigo, lo único que tenia era dinero.
Era un pendejo pocos huevos al que nunca le enseñaron como se debe de tratar a una mujer.

No sé cómo le hacia para soportar tantacomemierdería si ella era tan sencilla tan sangre ligera, tan… Tan ella.
En esos tiempos no se usaba que las mujeres estudiaran, si acaso estudiaban mecanografía o secretariado bilingüe, que era una carrera mucho más completa. Ella estudiaba de verdad; ingeniería química como yo.

Ahí la conocí. En la facultad.

No se si de verdad era muy guapa o así la veíyo porque era la única mujer en la escuela; tenia las caderas anchas, una cintura chiquitita, brazos fuertes, pechos chiquitos, el cabello largo y muy oscuro, aunque por la forma en la que se peinaba parecía que era mucho mas corto. Era de piel muyblanca y de cachetes rosas igual que su boca, aunque la boca siempre se la pintaba de rojooscuro.

Todos andaban atrás de ella y todos sabían que estaba por casarse.
Todos menos yo.

Empezamos a salir porque le gustaban los mismos tacos que a mi, bueno, a ella le gustaban; yo iba porque era lo único que podía pagar.
Los dos éramos huérfanos, con la pequeñadiferencia de que yo había heredado deudas y ella una fortuna que no se le notaba porque para entonces el dinero lo administraban sus tíos.

Stía era muy de alcurnia y como toda doña copetona de esta ciudad hacía todo lo posible para quedar bien con cuanta gente pudiera, en este caso, ella era una de las más inteligentes, porque había decidido ayudar en la iglesia. Por más que alguien la quisiera criticar, tenía al cardenal en la bolsa y a nadie le convenía (nunca ha convenido) echarse a la iglesia en contra… Hay que tener a los enemigos cerca.
Además al cardenal también le convenía tener a esta doña organizando cuanta beneficencia se le ocurría, todas muy concurridas y todas, claro, en el country.

Creo que por ahí conoció al pendejo ese.

A ella le gustaba bailar. A mi me gustaba ella.

Empecé a ir a bailar al cid para acompañarla con el pretexto de que no anduviera sola porque caminar por ahí en la noche era muy peligroso.
¿Qué peligroso iba a ser?!

Es por eso que se bailar.
Por ella.
A mi el tango ni me gusta.

Joaquín sabia que “un compañerito” de la escuela bailaba con ella pero nunca se preocupo por averiguar quien era el famoso compañerito.
Seguro pensó que era puto. Puto el. Puto y pendejo.

Aprendí a bailar. Ella me enseñó.
Uno de los del cid decía que para bailar tango se necesitan cómplices. Se necesitan amantes, se necesita pasión y tensión.

Todo lo teníamos, a lo mejor por eso bailábamos tan bien juntos. No eramos los amantes que yo quería porque ella era demasiado respetuosa con el tarado ese, pero se que en el fondo me quería a mi. A veces tanta educación echa a perder a la gente.

Entramos al concurso porque ella quería. No tenía ni siquiera que pedirme demasiado, yo iba a hacer todo lo que quisiera, cuando ella quisiera. Aunque nunca supo que tenía tanto poder sobre mi… siempre hice que pareciera que coincidía con lo que yo quería hacer.

Yo lo conocí el día del concurso, el día que nos vio bailar. El día que todo se fue al carajo. Al carajo para el, yo estaba jodido igual.

Los golpes que le dio a Mariana fueron lo mejor que me pudo haber pasado, aunque claro, en ese momento solo podía pensar en matarlo. No se que me molestó más, que no la dejara terminar de bailar, que la golpeara o que la muy bruta se fuera con el después de tremenda escenita.

A fin de cuentas ya dije que era un pendejo.

Si me hubiéra madreado a mi, Mariana estaría casada, estaría dirigiendo algún club de canasta o alguna de las pendejadas que hacen las doñas copetonas del Country, tendría nietos y caballos, y el remordimiento de haber pensado en engañar a su casi esposo con un don nadie de pueblo como yo la hubiera hecho dejar de bailar.

Pero bien dicen que el hubiera no existe.

Nunca supe bien qué pasó porque no dejé que me llegaran chismes, no de ella; sólo me enteré que no llegó a la boda. Digo, me enteré yo y se enteró todo el leyera el periódico, porque plantar a un “Martin del Campo”  no es algo que pase todos los días.

Unos meses después me escribió para decirme que se había ido a Argentina a bailar, que era lo único que podía hacerla realmente feliz, que iba a ser la mejor.
No volvió a escribir.

Casi cuatro años después recibí una llamada pidiéndome direcciones para llegar a los tacos que estaban cerca de la escuela. Venía con una compañía de baile argentina a bailar en el Degollado.
La llevé a los tacos. Yo nunca dejé de ir.

Ver su foto en el periódico y enterarme así de su muerte sólo me hace recordar lo que me dijo la ultima vez que la vi, el día que llegó de Córdoba.
“El tango es como el café: negro y amargo como el infierno, pero dulce como el amor”.

Feliz cumpleaños, Toronjita!

Mis mejores y peores costumbres las saqué de ti.

Por ti fumo, por ti se cómo insultar a alguien en su cara sin que se de cuenta, disfruto tanto el café porque verte tomarlo bastaba para saber que estaba bueno. Por ti me gusta comer cosas que no conozco, y de ti salen mis antojos eternos. De ti aprendí que a veces se vale manejar 5 horas sólo para comer mariscos en la playa.

Es tu culpa que no esté a ver acostumbrada a ver paredes (literal y figurativamente) y que extrañe tanto los libros a manera de adorno. Es tu culpa que me guste la música de viejitos.

De ti aprendí a hablar en público, a disfrutar el cine y el teatro, a enamorarme hasta que duela –aunque duela.

Gracias por dejarme leer a Dostoyevsky y todos los libros malditos cuando definitivamente no tenía edad, gracias por mis libros de cabecera, por escucharme y hablarme.

Gracias por enseñarme a manejar, a pasar corriente, a cambiar llantas, a hacer frijoles, a tejer, a tocar guitarra… gracias por dejarme abrir las alotas y advertirme del trancazo que me iba a dar (cada una de las veces) y gracias por cacharme.

Gracias porque aunque dejaste de saber quien era me dejaste conocerte otra vez. Gracias por dejarme enseñarte a hablar y a escribir, gracias por dejarme enseñarte a leer. Gracias por las mañas nuevas.

Te extraño todos los días, pero me dejaste el mejor reemplazo del mundo. Tu otra vez.

Te quiero, ma.
Eres la major del mundo (las dos tu)

¡Feliz cumpleaños!


Espérame.

Hola Guapa.

Tengo casi dos horas tratando de escribirte algo porque pensé que iba a ser fácil. Igual sigo callada.

Nada Guapa, te extraño.
Extraño todo de ti.
Aquí dicen que si sigo con la terapia y coopero con las demás, me van a dar permiso de salir.
Pensé que cuando llegue ese día podríamos ir a... no sé, un café o algo de lo que hace la gente normal.
Aquí todo es aburrido y todo el tiempo estoy sola.

Empecé a juntarme un poquito con Susana, la güerita que siempre nos encontrábamos en el Mónicas ¿Te acuerdas de ella? Pues resulta que también es chancla y que conoce a la Natas, quién sabe qué chisme se trae esa con Rubencito... No entendí bien.

No sé porque te escribo de estas cosas, si lo único que de verdad quiero que sepas es que te extraño.
Tu y yo juntas podemos comernos el mundo.
¡¡El mundo nos la pela!!

Eres lo mejor que me ha pasado aunque sé que para ti no soy lo mismo; por lo menos no en términos prácticos.

Gracias guapa por traerme para acá. Quiero ser para ti lo que tú eres para mi.
Gracias por convencerme, por ver que todo se estaba yendo a la mierda... que yo me estaba yendo a la mierda.
Qué bueno que no me dejaste arrastrarte conmigo.

No sé que es más difícil... Dejar los dulces o dejarte a ti.
Nunca nada me había costado tanto trabajo. No creas que la voy a cagar tan fácil.

Extraño que me digas que me queda mejor la ropa a mi que a ti (aunque las dos sabemos que eso no es cierto), que me hables del trabajo, que me avientes besos del balcón; extraño los días en que nos quedábamos borrachas arreglando el mundo; extraño besarte afuera de misa para hacer enojar a las viejitas, extraño tus manos, tus ojos, tu risa.

Guapa, la única droga que de verdad necesito eres tu.

Espérame, si?

Adiós.

Huevo:
Te escribo, porque de frente no te voy a poder decir las cosas.
Ya he intentado hacerlo y termino hablando del color de las cortinas, del tráfico o de fútbol (y ni siquiera me gusta).
Me conoces más de lo que me conozco yo y sabes que soy muy marica para decir las cosas de frente, sabes también que si empiezas a interrumpirme no voy a poder hacer esto.
Los años contigo han sido perfectos; los pleitos, las desveladas, los cafés aventados y las borracheras... todo ha valido la pena.
Me has hecho crecer y me has hecho más fuerte.

Huevo, la rutina nos está matando.
Me está matando a mi.

No puedo ser esa que tu quieres.

Cada vez que trato de ser yo vuelvo a sentir que te defraudo. No puedo estar en tu contra (aunque a veces sólo dices estupideces) No puedo sentir que hago algo bien. Todo, hasta como acomodo las cosas del súper, te parece mal.

Muchas veces me pregunto por qué te aferras a seguir con esto si tú mismo me dices todo el tiempo lo mal que estoy haciendo todo. Mi trabajo te parece tonto, no te gusta mi comida, mi música, las películas que elijo, los libros que te recomiendo. ¿Tu crees que hubiera elegido un libro de Asimov antes que uno de Cortázar?

Todos los días son iguales y todos los días me voy borrando un poquito.

El día que te aventé el café encima de verdad me quería ir, quería que me soltaras ¿Y tu? Después de eso... de verdad quieres que me quede??! ¡¿Para qué?!

Huevo, desde el día que te conocí pensé que eras perfecto y que sería la mujer más afortunada del mundo si me volteabas a ver. A mi. A la que soy de verdad.
Esa que querías ya no existe y ese que eras tu, tampoco está.

No te estoy pidiendo que cambies tu nuevo yo ni que vuelvas a ser como antes. No quiero que trates de hacer nada diferente. No te puedo pedir que cambies, pero tampoco te puedo dejar cambiarme.

Ahora sabes porqué no te dije esto de frente. Sabes también que ya no estoy.

Gracias Huevo por hacerme más fuerte.
Así, más fuerte, me voy.

M.

Sin ropa

Escribo desde que recuerdo, no que tenga una memoria muy buena; pero si voy al pasado me recuerdo despierta a las 3 de la mañana escribiendo... ¿escribiendo qué? Lo que sea.

Alguna vez me dijeron que debería enseñar mis cosas, pero nunca me he atrevido a hacerlo.
Una que otra persona de extrema confianza lee algunas cosas, eso, o totalmente desconocidos (bendito internet)

Ahora me han echo escribir y leer en voz alta lo que escribo.

La primera vez, sólo lo intenté. no pude hablar.

La segunda, me temblaba la voz (me temblaba todo), me faltaba el aire y estuve a punto de llorar (aunque yo lloro por todo, igual era muy complicado).

Para mi, escribir es como desnudarse.
Leer con audiencia es como desnudarse en una plaza pública bajo un reflector, fanfarrias, zanqueros, un par de flechas parpadeantes que apuntan a mi.
(Tengo muchos "issues" con la desnudez, se nota?)

Escribir aquí es diferente. Es como platicar.
Tal vez un día me atreva a escribir aquí, lo que escribo para mi.




La segunda estrella a la derecha...

Hoy es el primer día que me siento lejos.

El día raro, la noche fatal.
Nada sucedió acorde a los planes, tal vez por eso debería seguir así, sin plan.

La mañana se complicó entre consulados y dependencias de gobierno que, al parecer, tienen como común denominador, en cualquier lugar del mundo, la capacidad de hacerme hervir la sangre y volverme invisible... pasé la mañana entera tratando de arreglar papeles que finalmente, harta del sudor y el tráfico de fin de mes a medio día, no conseguí.

La hora de comer se compuso con las historias de mi tía, y la mecedora que ayer se movía sin sentido aparente me hizo pensar en gente que no conocí. Tal vez era mi tío consentido, tal vez, para que no me doliera su muerte nunca averigüé quién era y qué hacía...

Hoy te extraño de más y siento que es injusto que te lo diga... al mismo tiempo no deja de hacerme ruido eso que me dijiste un día: los sentimientos son como el agua, si se estancan, se pudre... así que hay que sacarlos...

Hoy fue un día importante en mi familia y me dolió muchísimo no haber estado allí. Me duelen las fotos (esas que pedí que me mandaran) me duele imaginar una fiesta que sucedió mientras dormía.
No pude dormir más de un par de horas porque mis piernas me traicionan y se mueven sin control y respiro como si nadara.

Hoy ha sido como la muerte; como la imagino a veces.

Cuando imagino la muerte me confundo, porque a pesar de no creer en seres supremos y dioses y el paraiso, he llegado a pensar que al morir uno puede empezar otra cosa. otra vida... yo qué se.
Incluso el concepto del cielo, este lugar donde sólo hay muertos pero todos son felices, tiene mucho que ver con mi sentir de hoy.

Cuando alguien muere, jodido el que se queda, cierto??
El que se va no sufre. pero no se de dónde sacamos eso...

Pensando en que existe el cielo ¿por qué nadie habla de cuanto vas a extrañar a la gente que dejaste? Nadie dice que seguro está lleno de viejos y de personas que, aunque duela, ya te acostumbraste a no tener cerca. Si el cielo existe, jodido el que se queda y jodido el que se va, porque así como los que se quedan van a extrañar al que se fue, el que se va seguro va a extrañar a los que se quedan.

Que alguien me explique cómo este concepto del cielo es tan maravilloso si lo siguen pintando como un mundo en el que se vive en sociedad... no? La gente dice "ahora está en el cielo junto con tu hermana, y ambos te cuidan desde arriba" ¡Qué mamada! Si de verdad es así, qué jodido el cielo al que mandaron a mi pobre hermana a estar sóla todo el tiempo nomás viendo como la podemos pasar bien sin ella hasta que se muriera alguien más de la familia y entonces le haga compañía, y para colmo quien muere es mucho mayor.
Si en el cielo uno se queda de su edad, ella murió muy chiquita. me parece injusto. Y si uno va creciendo ojalá le hayan tocado amigos y amores y todo eso que hace que la vida sepa bien.

Hoy me pasa así contigo. te extraño.
bastante más de la cuenta.
te echo de menos, de más.

Mecedora

Fui a visitar a la mamaíca porque dicen que ya está vieja.

Esa casa que me aburría cuando niña, ahora es un lugar lleno de historias pero entre la falta de nicotina, los mosquitos y el calor era difícil estar de buenas así que la mamaíca empezó a contarme de cómo en sus tiempos todo era diferente.

Cuando los muchachos vivieron aquí no había nada construido cerca, era un campito; es más, tus tíos llegaron un día con un caballo... y vivió aquí afuera hasta que... bueno, no sé en qué terminó el asunto del caballo; ya no me acuerdo de muchas cosas, es que ya soy vieja.
¿Quedamos que tu eres hija del rubio o de Julio Pelao?

-Del rubio, Mamaíca, de José.

Que bueno que estás aquí, mi niña. Hay que visitar a los viejos para que los cuentos no se mueran junto con uno.

Se quedó callada viendo su pedazo de dulce de leche -de Baní, que es el bueno, porque no es tan dulce y es más suevecito- y yo seguí espantándome los mosquitos para que no me dé la chincunguya y viendo la mecedora que desde días antes me llamó la atención; seguía moviéndose. Me quedé buscando una explicación lógica de poqué era la única que se movía, pensé en las corrientes de aire aunque no había, o que es una mecedora vieja y seguro las patas están gastadas y chuecas.

-Cuando vivía tu tío aquí, tu papá vivía con Oscar mi cuñado y su hermano, el grande, estaba estudiando para ser agrónomo o algo así, los que ven las cosas de la siembra y eso.
-Pensé que también era médico.
-No no, el veía la vaina de la siembra. Venía a comer casi todos los días porque vivía cerca y en la noche se juntaban todos aquí para hacer cuentos. Cómo se reían!
Había días en los que se iban de fiesta y llegaban a dormir todos aquí: mis hijos, tus tíos y tu papá... Llegaban todos borrachos y se acomodaban para dormir en la parte de arriba; no sé como cabían, si eran tantos. Siempre había alguno se acordaba de un chiste y lo soltaba. Me despertaban las carcajadas y mi esposo, muerto de risa ponía cara de enojado para ir a callarlos, la verdad es que le gustaba que hicieran eso, pero no se los decía. Ya sabes cómo es la gente, después abusan de uno.

El día que murió tu tío, vino a comer. Lo vi raro.
-¿De qué murió?
-El corazón.

La mecedora seguía moviéndose.

Ese día, después de comer, salió para casa de Oscar a ver a tu papá, algo hablaron y se despidió. José le dijo que no se veía bien, que no bajara para acá sólo, pero él como era el más grande no le hizo caso.
Dijo que iba a pasar por aquí para despedirse y tu papá vino en su carro atrás del él. Yo no se sí porque es médico o porque algo vio, cogió su carro y le calló atrás.
Entraron a la casa gritando, como todos en esta familia. Bullosos, coño!
Salieron todos para saludar y se quedaron acomodaron en las mecedoras de la galería, por eso hay tantas, siempre ha habido mucha gente en esta casa.

Cuando llegué con las bebidas, tu tío se levantó para saludarme y ahí mismo se desvaneció...
Quedó tendidito en el piso.

Los ojos de Mamaíca, azules y viejos, se llenaron de lágrimas. Volvió a mirar su dulce de leche
-Segura que no quieres?
-No, gracias. No como dulces.
-Pero es de Baní, del bueno.
Me reí porque era la tercera vez que me decía lo mismo -No, de verdad. Gracias
-¡No te rías de mi!- me dijo riéndose también -Ya soy vieja.

Dejó el dulce y siguió contándome.

Cuando el se fue pa'l suelo, tu papá se arrodillo al ladito suyo, le puso la mano en el cuello, le desabrochó la camisa y empezó a darle golpes en el pecho... rápido supo que hacer.
Yo llamé a los paramédicos. Tu tío salió corriendo como buscando algo o a alguien, entró y salió sin saber qué hacer y sin hacer nada. Uno de mis hijos, no recuerdo cuál, llamó a tu abuela para avisar que se había puesto malo el Juan.
Pobre vieja. Lo que le habrá dolido.

Para cuando llegaron los paramédicos él ya se había muerto. Tu papá seguía en el piso tratando de hacer que el corazón volviera a encenderse, pero nada. Todos nos quedamos mirando callados. Nunca nos habíamos quedado tan callados. Nunca se había sentido en esta casa tanto silencio.

Aquí se murió tu tío. Aquí en la galería, al lado de su mecedora.

Que ya está muy vieja, la pobre... no sabes cuántas veces he pensado en botarla pero me recuerda a él. Además, desde que murió, no para de mecerse.




Cajones.

Ese día en la mañana, ya que había terminado de desempacar mi vida y acomodarla como según yo debería estar, empecé a reconocer la casa y a buscar.

Primero mi cuarto, que estaba preparado para recibirme, tenía algunos cajones llenos de cosas que me puse a revisar; encontré muchos papeles que se veían tan importantes como aburridos, encontré lo que parecía una colección de radiografías, medicinas que caducaron hace demasiados años y fotos que podría usar en venganza... el doctor era jipi.

Nada realmente interesante, así que seguí buscando. Cuando empecé a revisar los cajones no sabía lo que estaba buscando y no tenía idea de qué era lo que podía encontrar; pero las cosas mientras más viejas, más me obligaban a seguir abriendo cajones, sobres y cajitas que el tiempo se encargó de llenar de polvo. Abajo de todo, en el único sobre sin polvo, apareció la primera foto.

Esa foto fue la culpable de que ampliara mi búsqueda al resto de la casa; empecé por el cuarto de servicio y encontré mis cosas. Ahí están todos los libros que fui olvidando en los veranos de playa, como si fueran basura o algo vergonzoso, pero suficientemente importantes como para no tirarlos (en esta casa no hay libros... sólo esos. Los míos. Escondidos.) Estuve un tiempo hojeándolos, viendo mis notas y algunas frases subrayadas (a lo mejor era muy joven para leer algunas cosas y que seguramente las entendí muy distinto de como lo haría en estos días... en fin).

Empecé a mudar esos libros recuperados a mi cuarto, pero a medio camino algo me hizo pensar que esos libros forman parte de mi, pero así; olvidados. Así que en lugar de meterlos todos a mi cuarto, acomodé un librero viejo, les quité el polvo y los dejé en el cuarto de servicio, pero vivos.

Cuando moví el librero encontré una montaña de cosas que me llenó de curiosidad, justo cuando iba a empezar a abrir cajas y quitar capas de polvo vi uno de mis cuadros. Abajo de todo. Sé que son mis cuadros, sé que el niño azul está por ahí, pero no pude sacarlos. La montaña era demasiado pesada y mi tiempo de búsqueda, limitado. Lo dejé todo igual.

Salí de ese cuarto cansada y con ganas de seguir encontrando cosas que habían perdido a sus dueños, que se equivocaron de cajón, de latitud o de tiempo. Abrí algunos cajones que parecían normales y no hice más que mirar por encima, me llamó la atención un sobre demasiado gastado abajo de una cajita de mancuernas. Otra foto.

Sonó el teléfono.

-¿Bueno?
- Hola, gorda!
- ¿Qué onda, pa?
- ¿ya tu ta lita?
No, claro que no. Había estado metida entre cajones, libros abandonados, cuadros escondidos y fotos -Sí ¿ya vienes? -Si. Ve bajando, llego en 5 minutos.

Corrí a cambiarme la blusa, ponerme unos zapatos y bajé corriendo.

Sólo tengo que esperar a que la casa se quede sola. Sólo unos días más.

Time is on my side

Por todo, gracias.
Por escuchar, por contarme, por decirme, por la cerveza oscura (y la clara, aunque es asquerosa) tenía muchas ideas pero creo que todo se resume en: gracias, Ele.
Por estar, por ser tu por ser taaaan tu (con todo y tu colección de mañas) por ser, sin lugar a dudas, mi persona favorita.
Gracias por ser mi mejor amigo y muchisisisísimo más.
Gracias por ser tan fácil de querer. (Te quiero puños)

Live long and prosper and may the odds be ever on your side.

Un día de estos te agradezco en persona.

360

Hoy empiezan a cambiar las cosas y la cabeza me da más vueltas que nunca, y me duele.

Me llegan momentos de locura, de miedo, de hambre, de sueño y de insomnio. Todo llega al mismo tiempo.
De pronto... después de un rato, me llegan momentos de paz.
Mi cabeza sigue haciendo lo que le gusta. Historias.
Sigo inventándome un futuro maravilloso lleno de huecos que no me importa cómo llenar y me doy cuenta de las cosas que dejan de ser importantes.

Hoy me sentí fuera de lugar sin haber llegado. Me vi buscando encajar en ese mundo que no conozco y que hoy imagino como uno que no me gusta. No sé porqué estoy haciendo eso, si normalmente me hago historias lindas. A lo mejor, como acostumbro, me equivoco de mundo; y éste, que ahora imagino complicado y feo, es justo todo lo contrario y se vuelve una maravillosa idea.

¿Te acuerdas que me dijiste que yo era una mala idea? (cabrón)

Eso me ha dado muchas vueltas últimamente, pero en fin... todo me da vueltas.


Breikin de lo

Hoy ha sido un día largo.
Raro.
Lleno.
Así deberían ser todos los días.

Un día de familia, de amigas de siempre, de noticias increíbles,  de dormir, de comer, de volver al futuro... Al pasado más bien, y de costumbres (de las buenas).

Como libro chafa de superación personal (onda los cuatro acuerdos) o película del hallmark; mi día fue de esos que se exprimen como limón caro.

Ojalá pueda hacer que todos mis días sean como este. Ojalá no se me olvide vivir cada uno de los días que tengo, no como sí fuera el último (seamos realistas; si supiera que es el último día de mi vida seguro estaría llorando sin control).

Ojalá pueda vivirlos como se deben vivir los días: sabiendo que el tiempo (¡¡Otra vez el puto tiempo!! - exclamó la medieval doncella mientras limpiaba la sangre del casco de su amado muerto en batalla-) no puede ir para atrás siendo humano (y no neutrino)
Ojalá todos pudiéramos dejar de sobrevivir, ojalá pudiéramos vivir como se debe

Sabiendo que uno no debe arrepentirse de NADA y que todo lo que hagamos y digamos sea totalmente real, ojalá este rush no sea pasajero, ojalá sea contagioso.

Erradiquemos las crudas morales, las palabras sin decir, los besos sin robar, los abrazos no dados y las lágrimas contenidas. Deberíamos sentirnos orgullosos de todo lo que hacemos y dejar de dudar de nuestras decisiones. Deberíamos dejar de tener miedo. Porque cada vez que uno amanece con una cruda moral es porque la pasó bien, los besos deben darse cuando nacen de adentro, y las lágrimas que se guardan intoxican el alma.

Hablábamos de libertad hace unos días y la libertad (además de aceptar los cánones sociales básicos) debería empezar en donde uno no limita la felicidad.

Y creo que la felicidad está muy pegada al instinto, a lo que se siente natural. A vivr los días (cada uno de sus segundos) conscientes de que no se repiten.

Ojalá no se me olvide.









Brief.

Mi abuela decía que los refranes y dichos son como evangelios chiquitos, y dicen por ahí que el que busca encuentra.
Hay gente que es demasiado curiosa y tal vez esté destinada a buscar y buscar y seguir buscando.
Yo siempre he hablado de cómo te he ido encontrando en la vida una y otra vez; incluso de buscarte y dejar de hacerlo, de encontrarte en lugares en los que no debías estar...
Nunca pensé en buscarme a mi.
Tal vez eso es lo que me ha fallado... El enfoque.
Buscar no está mal, pero hay que saber qué se busca.

(Me parece muy curioso cómo la vida se asemeja a un proyecto mal briefeado... ¿Será que ya me ciclé?).

Agua y ajo

Sigo viajando y aún no empiezo.
Las cosas se empiezan a acomodar solas, las piezas toman vida propia. Ya no las muevo.
Hay días que avanzan como avanza la máquina de un reloj o como piezas de dominó cayéndose en perfecto orden y ritmo.
Entonces el tiempo vuelve a hacerme ruido y a llamar mi atención.
El insomnio se vuelve crónico pero deja de ser maldito, ahora incluso, se anuncia -el muy cínico- cuando todavía hay sol.
Ya no lloro. Ya no doy vueltas. Ya no tengo miedo. Ya no quiero irme, pero tampoco me quiero quedar.
Ya me voy.


El viaje del elefante (no el de Saramago)

Hoy decidí empezar a escribir de nuevo.
Estoy a pocos días de hacer algo que he querido hacer durante mucho años... tantos, que ya ni siquiera sabía que lo quería hacer.
Todo en realidad se resume a un viaje. El mío.
Crecí entre muchas casas, entre muchas vidas. Crecí (porque ya soy grande) entre muchos libros, hospitales, olores e historias (supongo que como casi todo mundo) lo único peculiar es que entre todas estas cosas también hay un mar.

Nací del lado derecho de una isla dividida en el caribe y empecé a crecer... después brinqué a tierra firme y aquí he crecido todavía más. Ahora es tiempo de regresar a ese pedacito de tierra con olor a sal.

Desde el día en el que estuve segura de dejar mi vida de aquí para ir a buscar una nueva, se me han ido llenando las manos de letras y la cabeza de más cosas que quiero escribir.

Nunca he escrito por ninguna razón oculta o profunda, escribo para ir vaciando mi cabeza porque a veces siento que ya no le cabe nada y entonces me da migraña. Simple cuestión de almacén.

Estos días he pensado muchas cosas (de esas que no tienen trascendencia) como ¿por qué a los ataúdes de los hombres les ponen flores? La mayoría de los hombres que conozco no se fijan en esas cosas ¿por qué no poner mejor una caja de herramientas y un guante de beisbol? Un tequila, unos discos, libros, fotos... no sé.
También pensé que no hay mejor motivación para salir a correr que cenar pizza... el remordimiento debería usarse más en la publicidad (o por lo menos usarse mejor)
Pensé en los efectos que tiene sobre mí la música y lo mucho que me gusta cantar; en las vidas tan horribles que tuvieron muchas de las grandes y que tal vez sólo con ese tipo de vida se puede hacer música que te haga llorar.
Me di cuenta de que casi no tengo recuerdos... conozco las historias del pasado y tengo fotos que me explican como eran las cosas, pero no los recuerdos (no sé si esto tiene mucho sentido).

En fin. Se me pasan los días y se me pasan las historias. Sigo en esta vida que estoy cerrando y aún no estoy del lado de la nueva así que no sé bien para donde hacerme.
Sólo estoy dejando que los días avancen y que el tiempo camine (cosa que me vuelve verdaderamente loca -el tiempo es tema aparte).
Mientras pasan los días. Aquí dejo mi viaje, para que cuando no me acuerde, tenga algo que me cuente como era este momento.

Hoy es mi día -15... Empiezo a contar.



Tu otra vez.

Hoy me encontré esto de cuando recién te conocí. 

No se si deba escribir de ti.
De ti en turno.

Debería tener mejor memoria.

No me acuerdo de mis pensamientos (de ti) de hace unas semanas, mucho menos de los de hace unos años. (y eso que los acabo de leer, he!)

Si me pudiera acordar, haría entonces un comparativo, para ver que tan herrada es mi postura actual, porque resulta que creo que te volví a encontrar.

El sentimiento del momento es que te encontré. Que de verdad te encontré.

Y bueno, capaz que estoy loca y no he encontrado nada y quiero encontrarte, entonces te pongo nombre, cara, manos y voz.

No me recuerdes a nadie y nada más se tú. Así me gustas muchísimo y me haces reir.
y te admiro muchísimo y ni siquiera te conozco.

Así me encantas.

así se queda guardado esto. Porque no quiero usar la imaginación, porque no quiero equivocarme contigo.


Ele.

Una vez me dijiste que los sentimientos son como el agua y si no se salen, se estancan para terminar pudriéndose.

Siento que se me hunde el pecho y que respirar se vuelve una tarea complicada, pero tal vez sólo sea el horrible dolor de espalda, la montaña rusa de azúcar, mi afán por escribir, mi nadaquehacerismo (esta palabra debería existir), mis ataques de ansiedad, el estrés que me causa volar, el miedo que tengo de volver a mi casa, mi abuelo enfermo y que me da pánico que se vaya, tal vez sea mi afán de ser el centro de atención (aunque en realidad no me gusta que me vean), tal vez sea mi gusto por el drama, por las historias complejas, por los nudos narrativos complicados (como de Joyce), tal vez esté buscando una historia qué escribir.

Tal vez sólo es que te extraño. 

Es muy difícil verte todos los días y funcionar, es difícil no sentir, es difícil no ahogarme.

Tengo miedo de no poder ser esta persona que está feliz de que estés feliz.

Quiero hablar contigo, quiero hablar contigo siempre.
Quiero dormir a un lado de ti y abrazarte, quiero despertarme contigo y tomar café de ese que aprendí a tomar contigo, quiero ver películas que nunca elegiría.
Quiero hacer esas cosas que dejamos en planes, quiero no tener miedo de escalar, quiero ir a disparar, quiero tirar con arco, quiero manejar a ningún lugar, que me platiques de cuando ibas a la escuela, de cuando no vivías aquí, que me platiques de porcelanas antiguas, que me recomiendes libros.
Quiero hablar contigo de todo lo que a nadie le importa, contarte chistes malos, quiero cantar. Contigo. 

Quiero dejar de sentir para poder ser la amiga que quieres.
Quiero ser diferente y no quererte así. 

Quiero dejar de ser una mala idea.